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COLUMNISTA INVITADO
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estabilidad de Jordania, el Líbano, Irak y
Turquía, y los riesgos que dejan en un esta-
do fallido al lado de Israel.
las cuatro banderas
Al entrar en su cuarto año de guerra, los
límites de Siria demuestran el enarbola-
miento de diferentes banderas que amena-
zan con desintegrar sus límites territoriales.
En las desérticas tierras al norte del río
Éufrates, el grupo combatiente conocido
como Estado Islámico de Irak y Siria está
extendiendo su influencia desde Irak hasta
Siria, haciendo flamear la bandera de Al-
Qaeda en ambos lados de la frontera, con
el objetivo de restablecer el califato suní en
toda la región. En el extremo noreste de
Siria, los kurdos han declarado su autono-
mía en diversas áreas, levantando la bande-
ra kurda y agitando la esperanza de inde-
pendizar a la única etnia que se particionó
territorialmente cuando se hizo el mapa
posterior a la Primera Guerra Mundial.
Los sirios leales a Assad, reforzados por la
afluencia de voluntarios chiitas del Líbano
e Irak, están consolidando su control sobre
una franja de territorio que se extiende
desde Damasco hacia la costa libanesa,
donde una mayoría chiita, afiliada a una
minoría alauita, mantienen una bandera de
Siria, con dos estrellas de las cuatro ante-
riores impuestas por el régimen Baath de
hace diez años. Por último, Occidente,
junto a los estados árabes prooccidentales,
está detrás de la cuarta bandera de Siria, la
de tres estrellas, adoptada por los originales
moderados oponentes, que buscaban
reemplazar la dictadura de Assad con una
democracia. No obstante, saben que la
suya es la bandera cuyo espacio se está
reduciendo más rápido. ¿Siria se parte o el
conflicto se expande?
Las confesionales controversias internas en
Siria ya han adquirido un nivel de apoyo
que excede lo meramente religioso por los
compromisos vinculantes de cada patroci-
nador. Cada día más, la solución de un
desbalance asimétrico militar está en rela-
ción directa con los intereses que cada
mecenas busca posicionar en la región,
para trascender en su poder internacional.
A su vez, los partidarios del proceso de paz
en Siria (EE. UU. y Rusia), ahora en desa-
cuerdo sobre el resultado del levantamien-
to popular en Ucrania, le permiten a Assad
percibir que sus esfuerzos por restaurar la
autoridad de su gobierno no sufrirán el
embate de la conciencia internacional.
El conflicto en Siria es solo uno de una
serie de temas polémicos en el Medio
Oriente que exponen la vulnerabilidad de
los intereses de Occidente a un resurgi-
miento de las tensiones de la Guerra Fría
con Rusia, como los que han salido a la
superficie en Ucrania. El acuerdo nuclear
con Irán y las conversaciones de paz entre
israelíes y palestinos, los cuales evidencian
un rango más alto en la agenda de la polí-
tica exterior de Obama, también dependen
de la cooperación de Moscú.
¿Habrá llegado el momento de que la
Primavera Siria se expanda para trazar nuevos
límites al viejo y grande Dar al-Islam (reino
del Islam)? ¿O sus conflictos confesionales
harán prevalecer el Dar al-Harb (reino de la
guerra) sobre el Dar al-Salaam (reino de la
paz) en toda la región?
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Bandera negra.
Miembros de Jabhat al-Nusra, grupo vinculado a Al-Qaeda, que aporta combatientes sunitas a los rebeldes
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