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COLUMNISTA INVITADO
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iempre ha existido un interro-
gante sobre las relaciones con
países de diversa cultura y creen-
cia. La historia del Mediterráneo
implica la necesidad de analizar
los vínculos existentes entre las
dos riberas, una cristianizada y la otra isla-
mizada, con siglos de luchas y controver-
sias que han marcado esa diversidad, sin
que el esclarecimiento surja necesaria-
mente, pues en materia religiosa existe un
complemento que la razón suele no acep-
tar y que se basa en la fe.
Nuestro país, marginalizado del
Mediterráneo por razones geográficas,
pero identificado a su historia por las ver-
tientes de consanguinidad que implica su
conformación migratoria, requiere actua-
lizar su mirada frente a la evolución de la
situación política de la región, a la luz del
despertar democrático que implicó la
múltiple caída de dictadores entroncados
hegemónicamente en el poder.
Las relaciones de la República Argentina
con los países árabes tienen raigambre tra-
dicional y cuentan con un historial positi-
vo y dinámico que encuentra justificación
en el hecho de haber recibido una corrien-
te migratoria de gran intensidad, predo-
minantemente sirio-libanesa, que desde el
siglo XIX se ha integrado armoniosamen-
te en nuestro país. Ello dio pie a un entra-
mado de relaciones que supera lo mera-
mente sociológico y comercial para cons-
tituir una base que permite articular rela-
ciones armónicas que progresivamente
han posibilitado generar vinculaciones
genéricas que abarcan diversos aspectos.
Ha sido tradición dentro de las prácticas
diplomáticas argentinas mantener emba-
jadas en casi todos los países árabes, si
bien la presencia de un accionar político
por nuestra parte no ha sido trascendente,
ya que se ha preferido incrementar rela-
ciones comerciales, en general, intensas y
benéficas.
Quizás esa reticencia del actuar político
encuentre fundamento en que, lamenta-
blemente, la historia reciente de los países
árabes indica que no han logrado ade-
cuarse a la normativa tradicional de una
democracia en el sentido aceptado por
Occidente. Monarquías absolutas y autó-
cratas todopoderosos han sido práctica-
mente la norma del mundo árabe, donde
el imperio de la legislación coránica ha
tenido siempre una incidencia gravitante.
Por otra parte, la influencia y presencia de
las fuerzas armadas o de seguridad ha sido
otro elemento que debe considerarse en el
A cuatro años de la primera chispa que desató el incendio en Túnez y luego se
extendió a gran parte del mundo árabe, una reflexión sobre las profundas implicancias,
las secuelas y los futuros escenarios en la saga de revoluciones y movimientos
democratizadores que conmovieron a Medio Oriente y el norte de África.
Fotos: AFP.
Primaveras árabes
Los motivos de la protesta
S
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Por
Jesús Fernando Taboada
Diplomático. Exembajador de la Argentina, con
último destino en Túnez
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