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ciales que llegaban a constituir un Estado
dentro del propio Estado.
El contralor de la opinión pública, el
exceso de propaganda y el adoctrinamien-
to constante con sumisión de la justicia,
además de la carencia total de una prensa
medianamente crítica, eran elementos que
aseguraban la perdurabilidad de los regí-
menes que disponían de apoyos externos
y de una complicidad de los países árabes
vecinos.
Al malestar ocasionado por las largas dic-
taduras debe añadirse una parálisis econó-
mica que afectaba a las fuerzas vivas y
clase media, y la intolerancia de una
soberbia en la dirigencia que era insensi-
ble a los silentes cambios que se venían
operando en diversos aspectos de la pobla-
ción, y que asimismo se retroalimentaban
por sentimientos de frustración rayanos
en la humillación de ver postergada una
cultura que disponía de amplia y genero-
sa historia con aportes fundamentales al
progreso de la civilización y que yacían
inermes ante el peso del oprobio de las
dictaduras.
¿Por qué se rebelan?
Las masas marginalizadas del pueblo esca-
paron de la mediocridad y del olvido mer-
ced al acceso a la religión, considerada
como ética de salvación, que es el recurso
de los desfavorecidos para superar las con-
tingencias de la vida diaria que no siempre
ofrece posibilidades de mejora. Esta vía,
que al decir de Sami Nair en su obra
¿Por
qué se rebelan?
es considerada como la
búsqueda de un “Islam refugio”, dota de
una dignidad a un sector sufriente que
emerge como el
ethos
reprimido de este
pueblo y abre las puertas a la instalación
de un islamismo político que canaliza las
aspiraciones de una sociedad profunda-
mente desigualitaria que pide cambiar.
Circunstancia esa que favorece la irrup-
ción de los islamistas, más radicalizados y
con tendencias extremistas, que recuperan
el anhelo de dignidad de los oprimidos y
recluidos a sectores no preponderantes de
la vida política. Estos seducen a las masas
con el lema convocante de una religión
como ética de salvación y con la idea de
restablecer el califato, época de gloria del
Islam, y un retorno a principios mesiáni-
cos de la contemporanidad del Profeta,
que encuentra asidero en numerosas
masas inermes y decadentes alimentándo-
se de principios anticolonialistas y de ape-
lación al siempre fácil y manido sentir
nacionalista y antiimperialista, que focali-
za en los principales países rectores del
Occidente.
La discriminación por pertenecer al
mundo árabe radicaba en el sustento de la
carencia de libertad y la inhabilitación al
progreso de la democracia, factores que se
vieron inesperadamente quebrados por un
sentir común, progresivo y generalizado
COLUMNISTA INVITADO
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Jóvenes.
Una manifestación de estudiantes en El Cairo
