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de mayor libertad. Ansias que se divulga-
ron en forma rápida entre una juventud
descorazonada y munida de capacidades
inexplotadas que, sirviéndose de las redes
sociales, generó un clamor que se fue exten-
diendo, primero en la República Tunecina
para luego extenderse a la totalidad de los
países árabes que receptaron de diversas
maneras esta aspiración libertaria.
Evolución de las primaveras
El despertar democrático que inspiró a lo
que se denominó la “Primavera Árabe”
tuvo diversas reacciones según cada país.
En Libia y Siria fue la agresión total. En el
primer caso terminó con el ajusticiamien-
to popular de Gadafi, con una posterior
inestabilidad de la que no ha salido. En
Siria, una guerra que aún no se acalla y
que solo los ecos de problemas estratégi-
cos mayores, como el actual de Ucrania,
postergan a la segunda página de la pren-
sa sin que ello implique una potencial
solución a una situación que día a día se
agrava. Jordania, Líbano, Argelia y
Marruecos presentan asimismo diferentes
opciones en sus evoluciones, y las monar-
quías petroleras han cerrado filas en bús-
queda de una aparente defensa de sus ins-
tituciones y procuran evitar que las distor-
siones de una búsqueda de mayores liber-
tades conspiren contra la estabilidad de
los regímenes en el poder. Por su parte, el
mayor y más estratégico país de la región,
que es Egipto, procura asentar la prepon-
derancia de sus Fuerzas Armadas en la
hegemonía política.
Las hesitaciones que se vieran en los pri-
meros tiempos de la caída de los regíme-
nes dictatoriales han sido producto de la
relativa incompetencia de las clases direc-
tivas no preparadas adecuadamente para
una eficiente gestión de gobierno, así
como los avatares de los comienzos de la
gestión revolucionaria, donde los elemen-
tos salafistas, de tendencia radicalizada,
superan una evolución pausada y acorde a
una aspiración fundada en conceptos
democráticos tradicionales.
Los primeros pasos de la evolución políti-
ca determinaron la necesidad de estable-
cer instituciones fiables que sirvieran de
marco al desarrollo de las aspiraciones de
una democracia incipiente pero sentida.
En Túnez se vio la preponderancia de par-
tidos islamistas así como en Egipto,
donde predominaría la tendencia afín a
los Hermanos Musulmanes y hoy la brega
consiste en aceptar constituciones que
den garantías a la igualdad religiosa y elu-
dan la imposición de sistemas guberna-
mentales de inspiración coránica.
Marruecos y Argelia permiten soslayar, al
menos momentáneamente, una irrupción
confesional, y en Túnez se ha garantizado
la aplicación de una constitución de tinte
moderado, que permite alentar a futuro
mediato una recuperación de su tradi-
cional estabilidad en materia de fe. En
Egipto, las fuerzas armadas preservan un
sistema de vocación no ideológicamente
dogmática, sin que ello faculte a una
salida democrática en su concepción
occidental.
El caso tunecino, así como el de Egipto
–país líder en el mundo árabe cuya evolu-
ción condiciona a los restantes–, permiten
evaluar que el futuro éxito de lo que se ha
llamado “la Primavera Árabe”, va a
depender del compromiso de los islamis-
tas con la democracia. Tarea nada fácil y
llena de obstáculos, pero que ofrece una
vía más atendible que el renacer de la
intemperancia, del fanatismo y del expan-
dir de sentires identificados con movi-
mientos como Al-Qaeda, toda vez que esa
alternativa será excluyente de todo benefi-
cio y perniciosa para la región y para el
mundo, que espera y confía en una pro-
gresión a la paz y la concordia.
El interrogante sirio
La evolución del pensamiento árabe se ve
postergada por la ignominia siria. Un
régimen despótico y bárbaro que pretende
convertirse en el garante del laicismo fren-
te al derrapar del radicalismo religioso está
aniquilando todas las perspectivas de paz
y concordia en la región, agudizando con-
flictos permanentes y alentando nuevas
perspectivas sobre un accionar de un
chiismo, que encuentra apoyo abierto en
Irán y en el Hezbollah, que afecta la pro-
pia estabilidad de Israel. La actual situa-
ción es totalmente incivil: a la agresión de
las Fuerzas Armadas a la población, con la
amplia corrida de refugiados y el clamor
doloroso que implican más de 120.000
víctimas y 2 millones de desplazados, se
agrega la destrucción de monumentos y
ciudades que constituían orgulloso patri-
monio de la humanidad y que motivarán
la incertidumbre dolorosa de la destruc-
ción de viviendas a futuro que acentuará
las ya graves dolencias de inocentes que
están siendo maltratados en forma más
que odiosa y vil.
El futuro de Siria es doliente y totalmen-
te incierto. Bachar el Assad será destituido
a corto o mediano plazo, pero la dificul-
tad consiste en analizar cuál será la actitud
de una oposición totalmente desarticula-
da y carente de unidad, salvo en el odio
visceral que le tiene a los actuales detenta-
dores del poder en Damasco, panorama
que condiciona todo eventual futuro de la
unidad del mundo árabe.
Turquía, país no árabe pero islámico,
constituye el único con pasado de gran
potencia imperial y observa la evolución
de los acontecimientos en la región con
suma cautela, toda vez que en su interior
se agitan movimientos secesionistas y un
renacer de la tendencia religiosa que
Kemal Ataturk había controlado. Si bien
la fluidez es lo que caracteriza a la políti-
ca, más aún en el Medio Oriente, donde
la complejidad prima, las Fuerzas
Armadas turcas, otrora todopoderosas y
hoy bajo control político, serían quienes
mejor capitalizarían un incurrir beligeran-
te de Ankara, razón por la cual esto abre
un interrogante condicionado a la evolu-
ción de la situación siria.
El aliento de la renovación del mundo
árabe tiene fundamentos económico-
sociales, donde se busca la reivindicación
de unas clases otrora sometidas que quie-
ren encontrar nuevo sentido a sus vidas y
que señalan su hartazgo frente a las estruc-
turas que hoy se ven como perimidas.
Esta alternativa puede generar también un
renacer ideológico, donde las fuerzas de
un mayor radicalismo prevalezcan expan-
diendo un sentir religioso larvado y laten-
te que solo requiere de pocos estímulos
para retroalimentar mayores reivindica-
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