análisis de la evolución histórica de esos
países.
Raíces profundas
Luego de los siglos de expansión del Islam
y de los logros de una civilización ejem-
plar, hubo un largo período de oscuridad
cuando las principales entidades geográfi-
cas y políticas sufrieron marginación por
la influencia de la etapa colonialista y por
la más absorbente del Imperio Otomano.
Ambas redujeron la importancia de estas
naciones, limitándolas a un campo secun-
dario del que emergerían en el siglo pasa-
do gracias a las potencialidades de su
capacidad productora de petróleo y gas.
Los años posteriores a la Segunda Guerra
aportaron la expansión de las indepen-
dencias de los centros coloniales, y los paí-
ses árabes las obtuvieron a fuerza de enér-
gicas y cruentas luchas. Sus respectivas
independencias, por causas diversas, reca-
yeron en dictaduras casi totalitarias de los
jerarcas locales, que condicionaron su per-
manencia por la imposición del miedo,
por la concesión de satrapías en beneficio
de la clase gobernante, o bien por la
extensión de un nepotismo que diera sus-
tento al uso amplio del poder. Todos
estos elementos fueron características
esenciales y comunes a la perduración de
esas pseudodemocracias del norte de
África. Debemos añadir que estas eran
atractivas al disponer de estabilidad eco-
nómica, mercados hospitalarios, sedes
para relocalización de empresas europeas
que buscaban mano de obra barata en
centros no distantes, y que serían los
atractivos causales de una amplia perdura-
bilidad, lo que acallaba las naturales críti-
cas de los países occidentales, generosos
en sus defensas principistas de los dere-
chos humanos pero menos amplios cuan-
do sus intereses estaban en juego y más si
con ellos se garantizaba un mejor contra-
lor a emigraciones ilegales que podrían
alterar sus ya exhaustas políticas de pleno
empleo. En lo estrictamente político, esas
gerontocráticas dictaduras se sustentaban
en lo interno por exaltar un culto extremo
de la personalidad, haciendo proliferar los
retratos de sus líderes y una propaganda
infantil con un contralor total de la pren-
sa y los medios televisivos, con hegemonía
de partidos únicos y una seguridad basada
en temibles y poderosas fuerzas poli-
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Reclamo.
Aún se oye el eco de los países del norte de África y de Medio Oriente que se levantaron para pedir una apertura democrática
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