DEF N° 96 - page 85

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financiera o monetaria. Manejan canti-
dades respetables de dinero como, por
ejemplo, dos millones de personas que se
prestan entre sí 800 millones de dólares.
Si eso lo puede hacer un grupo de perso-
nas, sin supervisión de entidades finan-
cieras, y las tasas de interés son conve-
nientes y bajas, ¿por qué no pensar que
eso mismo pueda funcionar en la socie-
dad como para disparar mayor interés de
las organizaciones civiles y generar una
sana competencia por proyectos sociales
que consigan fondeo? Hay una tendencia
en todo el mundo que se llama
crowd-
funding
, para financiar obetivos específi-
cos, que está aumentando muy rápida-
mente. Tenemos que estudiar este tipo
de experiencias y ver en qué medida
todos estos nuevos desarrollos se pueden
adaptar para darle más protagonismo a la
ciudadanía.
-En el plano político-institucional, usted
plantea un rediseño de nuestra política
fiscal e impositiva. ¿Cuál sería el camino
a seguir?
-Yo pongo énfasis en la necesidad de una
nueva Ley de Coparticipación Federal por-
que estoy convencido de que es la única
forma de fortalecer los derechos indivudales
de la población. Los fundadores de la
Argentina acordaron una organización
federal porque no había otra forma. Nos
llevó muchos años de sangre y todavía
somos un país unitario en el sentido fiscal.
Por su parte, muchas provincias reprodu-
cen hacia su interior el centralismo porteño.
Desde mi punto de vista, debemos fortale-
cer los municipios y generar ahí mayores
instrumentos de participación directa en el
proceso democrático. La democracia, en el
siglo XXI, debe ser capaz de resolver pro-
blemas concretos de los ciudadanos. En
nuestro país, desgraciadamente, ha habido
una superpoblación de líderes providencia-
les que, cada diez años, nos legan una crisis
económico-financiera. Me parece que
deberíamos dar por agotado el círculo vicio-
so de líderes providenciales, modelos inape-
lables y fracasos económico-financieros.
Tenemos que pensar, más bien, en meca-
nismos que se vayan autorregulando, auto-
ajustando, donde la gente tenga un prota-
gonismo importante, y el objetivo princi-
pal no sea fortalecer al Estado ni al merca-
do, sino fortalecer a la sociedad, darles más
derechos a los individuos y someterse ver-
daderamente a la voluntad popular.
Someterse a la voluntad popular no es ir a
una elección cada dos años, sino ejercer de
manera cotidiana esa relación con los ciu-
dadanos.
-Usted también cuestiona el excesivo
presidencialismo de nuestro sistema
politico-institucional. ¿Cómo podría-
mos corregir esa característica de nues-
tro modelo político?
-En el contexto de la crisis de 2001, escri-
bí un artículo en un importante diario en
el que planteaba que, tal vez, el sistema
parlamentario podría ser más efectivo que
el presidencialismo para administrar un
poder muy volátil y fragmentado. Por otra
parte, en un contexto de hiperpresidencia-
lismo, aun cuando el propio político en el
gobierno no quiera voluntariamente gene-
rar la idea de que es infalible y pretenda
mantener la idea del diálogo abierto, el
propio sistema lo lleva a reforzar las sen-
tencias tautológicas. Me da la impresión,
entonces, de que hay que encontrar un
mecanismo para moderar el sistema presi-
dencialista o para promover que las pro-
vincias y el Congreso tengan una partici-
pación efectiva en la discusión sobre las
políticas públicas.
“El ciudadano debe poder
elegir dónde vivir”
-Hoy la riqueza del país está concentrada
en una sola región. ¿Qué propuestas rea-
lizaría usted para fortalecer las economías
regionales?
-En el libro desarrollo una serie de pro-
puestas. Hablo allí, por ejemplo, de una
ley de promoción de la Patagonia y de la
creación de un mecanismo de promoción
para crear veinte “ciudades de la Ciencia”
o polos científicos. En la Argentina están
dadas todas las condiciones para que ten-
gamos 50 ciudades de un millón de habi-
tantes. Es una tendencia mundial: todos
los países van a desarrollar políticas para
mitigar el proceso de migración hacia las
grandes metrópolis. El objetivo no es
impedir que la población vaya a poblar la
principal metrópolis del país, sino promo-
ver el surgimiento de varias metrópolis.
-Otro punto sobre el que usted se detiene
es justamente el impacto que tienen estos
procesos de urbanización. ¿Podrían
armonizarse desde el Estado?
-Los procesos de urbanización son com-
plejos. Yo considero que, así como se ha
prestado atención a determinados sectores
de la sociedad para otorgarles algún tipo
de subsidio o contribución del Estado, tal
vez en el futuro sería muy bueno pensar
cómo reconvertirlos en incentivos para
que la gente se radique en el interior del
país. Con algunos estímulos, podríamos
lograr que en ciertas regiones del país
tuviéramos “ciudades verdes” o, en otras
zonas, “ciudades de la Ciencia”, generan-
do incentivos. La verdadera revolución de
los próximos años en la Argentina pasa por
darle al ciudadano la posibilidad de elegir
dónde vivir.
-Un último punto que podríamos ana-
lizar es el “fin de la energía barata” al
que usted también se refiere en el libro.
¿Qué medidas podría adoptar nuestro
país para aprovechar mejor sus recursos
energéticos?
-Nosotros tenemos un gran potencial en
Vaca Muerta y, además, contamos con
una enorme cantidad de recursos de ener-
gía renovable que están escasamente
explotados. Me parece que hay un tema
importante con las redes de transmisión y
conexión, para transitar hacia las “redes
inteligentes” (
smart-grids
) de manera de
disminuir el consumo de energía.
Tendríamos que estimular a los usuarios
para que produzcan energía y la suban a la
red. Con un esfuerzo relativamente
moderado, se puede lograr también que
muchas nuevas construcciones sean efi-
cientes en el uso de la energía o incluso
produzcan energía y la suban a la red.
Para eso necesitamos una red que pueda
cargar esa energía. Tenemos que tratar de
generar conciencia respecto de la impor-
tancia de un tratamiento urgente de una
legislación en ese sentido.
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