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Chapo. El 12 de febrero fue capturado Daniel
Domínguez, un hombre ligado a la organiza-
ción criminal. Sus teléfonos también fueron
analizados por los EE. UU., y de allí se descu-
brieron nuevas pistas. La DEA y la guardia de
frontera comenzaron a hacer uso de drones o
vehículos aéreos no tripulados. De esta forma,
se detectaron y monitorearon los teléfonos de
cuatro sicarios importantes del Chapo (el 19,
el 30, el Bimbo y el Pitaya).
A partir de allí, fuerzas mexicanas hicieron una
nueva incursión en la zona de Sinaloa. En telé-
fonos secuestrados se detectó un teléfono, y se
comenzó a analizar si no era del propioChapo.
Un infiltrado de la DEA aportó información
sobre una posible cumbre de los narcos en
Culiacán, entre Ismael Zambada y el Chapo.
A ello se sumó una interceptación telefónica
con la voz del Chapo.
Los
marines
llegaron a la casa, pero solo encon-
traron a una exesposa del capo; él ya se había
fugado. Se encontró un túnel usado para la
fuga. Las fuerzas mexicanas capturaron a una
persona que dijo haber llevado al Chapo, una
mujer y un cómplice a la zona de Mazatlán.
Ese dato y la interceptación de una breve lla-
mada de un teléfono satelital terminaron de
orientar a las fuerzas hacia un edificio llamado
Miramar, en Mazatlán.
Problema presente
Enmomentos en que en la Argentina existe un
suceso de audiencia televisiva con la excelente
miniserie –en lo histórico y en lo técnico-artís-
tico–,
Pablo Escobar: el patrón del mal
; y en
que, desde fines del año pasado, al menos a
nivel de debate periodístico, político y aun en
los bares y mesas familiares y de amigos, ha
prendido la idea de que asistimos a un proble-
ma real, creciente y riesgoso con la droga, la
captura del Chapo no ha hecho más que agre-
gar condimentos a estos análisis y debates.
Entre las enseñanzas que nos deja el combate a
sangre y fuego que debió enfrentar Colombia
en la década de los 80 contra el cartel de
Medellín, y en menor medida el de Cali, y
desde comienzos de este siglo las autoridades y
la sociedad mexicana, con más de 60.000
muertos, se encuentra el que los resultados solo
son posibles bajo ciertas condiciones. La pri-
mera, es tener un país donde haya una élite o
dirigencia política y social que, más allá de sus
ideologías, historias e intereses, asuma que el
flagelo del narcotráfico es algo que debe ser
combatido con toda decisión y que no es una
carta o activo más a ser utilizado a nivel tácti-
co o estratégico en las disputas de poder. La
historia del pacto con Mefisto es claramente
aplicable a los que, ingenua o torpemente, bus-
can interactuar y beneficiarse de este submun-
do para obtener más poder político y econó-
mico, y al mismo tiempo, no “contaminarse”.
La segunda, es tener un liderazgo nacional
decidido e inteligente, que sepa apoyarse,
sumar consensos internos y recurrir a todos los
instrumentos del Estado, sin caer en taras ide-
ológicas y formalismos. La tercera, saber que la
cooperación internacional y en especial de paí-
ses aliados dotados de buena tecnología e inte-
ligencia, es siempre útil.
Un problema trasnacional como el narcotráfi-
co requiere de fuerte coordinación dentro del
Estado y por parte de este con otros países.
Con respecto a los medios a usar, muchas
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Repercusión.
La detención de “El Chapo” tuvo una alta exposición en los medios de todo el mundo
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