DEF N° 96 - page 32

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COLUMNISTA
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l nacionalismo es una fuerza pode-
rosa. En muchos países produjo
grandes beneficios, así como en
otros ocasionó sufrimientos indeci-
bles. La vigencia de esta inmensa
fuente de energía social, comparable
al marxismo o al liberalismo, puede verifi-
carse en los rincones más lejanos de la
Tierra. Más aún, su poder de inspiración se
acerca más al de la religión que a las ideolo-
gías, y los líderes contemporáneos han des-
cubierto su potencia para aunar voluntades
políticas. En los Balcanes fue el combustible
que avivó el fuego de la guerra, agitado por
las facciones extremistas, que obtuvieron
mayor apoyo que las moderadas, de modo
que la población estuvo dispuesta a llevar el
nivel de la violencia a su máxima expresión,
especialmente en aquellos territorios donde
las minorías étnicas eran regidas política-
mente por etnias ajenas. Las técnicas utiliza-
das, la limpieza étnica, las violaciones y
mutilaciones masivas, el desplazamiento
obligado de cientos de miles de refugiados,
entre otras, tan antiguas como la civiliza-
ción, se emplearon para alcanzar el objetivo
de que coincidieran una cultura homogénea
bajo una conducción política común. Esta
coincidencia de cultura y política es la defi-
nición de nacionalismo que propone Ernest
Gellner. Sin embargo, hay ejemplos en los
que facciones nacionalistas condujeron pro-
cesos políticamente racionales que permitie-
ron el nacimiento de nuevas naciones de
manera pacífica. ¿Por qué si en Yugoslavia
estalló una guerra que produjo más de cien
mil muertos y cientos de miles de refugia-
dos, la violencia no estalló en otros países
donde hubo movimientos nacionalistas? En
Escocia está en marcha un referéndum para
determinar su independencia, donde focali-
zaremos el análisis partiendo de la interesan-
te perspectiva de la teoría del nacionalismo
europeo “modernista”.
Teoría del nacionalismo
Los primeros teóricos del nacionalismo, los
llamados primordialistas, consideran que las
naciones son eternas, provienen del princi-
pio de los tiempos y proyectan su influencia
sobre nosotros. La nación es considerada un
sujeto metafísico que atraviesa la historia
desde los tiempos originarios, manteniendo
un estado de pureza que debe ser defendido.
Recordamos a Thierry Maulnier, para quien
la Patria era “la tierra y los muertos” y en la
actualidad a Conor Cruise O’Brien, quien
sostiene que el nacionalismo está presente
en el Viejo Testamento. A esta visión se
opone la de los modernistas, quienes sostie-
nen que el nacionalismo y el Estado nación
son frutos de la Modernidad, del capitalis-
mo y de la Revolución francesa. Según ellos,
las naciones no son algo “natural”, no son
eternas, son creadas. En esta última perspec-
tiva se discuten sus características y su
empleo por parte de los gobiernos que agi-
tan el nacionalismo para galvanizar a la opi-
nión pública detrás de objetivos políticos.
Los valores que se proponen, según estos
autores, son presentados por una élite
intelectual, básicamente apoyada en una
interpretación del pasado que sirve para
comprender el presente. La
intelligentsia
que sirve a los gobiernos nacionalistas
estructura una cosmovisión que se impo-
ne a la sociedad, generalmente a través de
En pleno proceso de ebullición de los nacionalismos en el Viejo
Continente, los escoceses decidirán en un referéndum si permanecen
o no en el Reino Unido.
Fotos: AFP.
Referéndum nacionalista por la independencia
Los senderos se
bifurcan en Escocia
E
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El Autor
Horacio
Sánchez Mariño
Es coronel VGM (R) del Ejército Argentino, con experiencia
en misiones de mantenimiento de la paz.
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