Soy Nicanor, dicen que soy
picante, pero solo tengo pocas
pulgas.
Queridos amigos, estuve
leyendo algunos datos que me
anoticiaron de que poseemos el
mayor índice de ingesta alco-
hólica de Sudamérica. Los que
abusan del “agua con gradua-
ción” aumentaron un 19 % en
solo una década y, según la
Organización Mundial de la Salud, ya
somos campeones cómodos en la región,
aunque por suerte aún lejos del récord
de la República Checa, por ejemplo,
donde se mandan 16,6 litros per cápita
al año. En fin, dicen que la botella se
lleva más muertos que el Sida y la
tuberculosis juntos, y eso sí que es una
epidemia que no tiene vacuna y pinta
como imparable.
Mis seguidores de tantos años saben que
lo mío es de élite, solo Hesperidina,
siempre en los mejores bares de Recoleta
y si es en La Biela, mejor. Me permito
recordar a mi amigo don Sandaza, gran
recorredor de Sudamérica, que siempre
hablaba del apodo que teníamos los
argentinos: “gauchos”… Y ya en la inti-
midad, “gauchos maricones”,
por aquello de la poca
resistencia al etílico. De
ahí que no salgo de mi asom-
bro de que seamos punteros
de este campeonato (sin
duda, gracias a los pibes y
al Fernet). Si a eso le
sumamos a Francisco, Máxima
y al propio Messi, no nos
para nadie con lo agranda-
dos que somos.
Soy Nicanor, picante, pocas pulgas.
Igual les digo que esto viene de larga
data, según leí, desde el mismo perío-
do Neolítico, donde entre mucha “piedra
pulida” alguien descubrió la miel fer-
mentada con alcohol. De ahí arrancamos
y no se salvó nadie; la juerga siempre
vino con la copa en mano y pareciera que
fue en el Egipto de los faraones donde
le dieron sin piedad. Además, desarro-
llaron cervezas y vinos de todo tipo y
color en cantidades industriales. La
libación entre griegos y romanos tam-
bién fue sin privaciones, se comenta
incluso que el increíble Nerón bebía
hasta morir antes de los banquetes, para
llegar a ellos vomitado y con el estó-
Soy Nicanor, dicen que soy picante,
pero solo tengo pocas pulgas
@PicanteNicanor
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