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sus objetivos sentimentales, económicos,
políticos y sociales. Y en este sentido, los
estereotipos sobre lo exitoso y lo digno de
ser reconocido tienen mucho para decir al
respecto.
-¿Cuál es el lugar de la Justicia en torno
a la violencia que se vive?
-El problema de la Justicia es muy impor-
tante. Toda sociedad se organiza en base
a ideas de justicia. Esas ideas deben ser
efectivas para lograr objetivos sociales,
ordenar la convivencia, y sentirse seguro.
Y estas ideas no necesariamente deben
responder al orden legal ni democrático,
aunque por supuesto la idea de justicia
determinará la posibilidad o no (y el
alcance) de la democracia. En otras pala-
bras, toda sociedad funciona con una
lógica de justicia, pero esa lógica puede
no ser la de la Justicia institucional, la de
la legalidad, si esta sufre un proceso de
fuerte deslegitimación. Y esto nos lleva a
un segundo problema, que es la imposi-
bilidad de materializar la Justicia institu-
cional si existen dudas sobre su transpa-
rencia, honestidad e integridad. La
Justicia institucional no se materializa
desde lo real, sino desde lo verosímil.
Alguien no es criminal por cometer un
crimen, sino por ser condenado por
haberlo cometido. Si alguien comete un
crimen y queda impune, no es ni social ni
jurídicamente criminal. Pero si un ino-
cente es culpado de cometer un crimen, sí
es criminal. Para que este juego discursi-
vo funcione y sea respetado, es necesario
que la Justicia tenga un prestigio social
elevado. Si se tiende un manto de sospe-
cha sobre la corrupción de la Justicia, su
materialización se torna imposible, por-
que cada vez que haya una sentencia,
quienes no estén de acuerdo dirán que lo
que hubo fue corrupción. Esto pasa
mucho con el tema de las investigaciones
sobre corrupción de funcionarios en
Argentina. La gente, de manera precon-
ceptuosa, no pide justicia, pide condena,
y si esta no llega, entonces se supone que
lo que hubo fue impunidad. Ahora bien,
si la Justicia institucional no es reconoci-
da, lo que se produce es un vacío institu-
cional que genera violencia por sí mismo,
porque cada vez que sepamos de una con-
dena que no aceptamos sentiremos que
estamos siendo amenazados por el orden
institucional. Sentiremos que estamos en
peligro. Y la bola de nieve de la violencia
como herramienta útil para la defensa o
cualquier tipo de objetivos sociales, vuel-
ve a girar y se hace mayor. Este proceso
de descomposición institucional fue el
que produjo la emergencia de grupos de
civiles armados para la autodefensa en
diversos lugares de México. Y lo mismo
puede suceder en Argentina.
-¿Hay diferencias entre lo que ocurre en
el país y en el resto de la región?
-Las violencias son muy diferentes depen-
diendo del lugar. No solo pensando la
cuestión geográfica en términos de países,
sino incluso a niveles más micro, en tér-
minos barriales, por ejemplo. Por supues-
to que a niveles macro también cambian
los actores y eso modifica radicalmente el
panorama. El problema de las pandillas
en El Salvador, Honduras o Guatemala,
no es el que tiene México con los carteles
del narcotráfico ni el de Colombia con la
existencia de las FARC. A nivel local, el
problema del
bullying
en las escuelas no es
lo mismo que el problema del paco o de
las hinchadas de fútbol. Si bien la situa-
ción argentina es particular, el país puede
aprender bastante, sobre todo en términos
preventivos, de lo que sucede o ha sucedi-
do en otros lugares. Comenzamos a ver la
formación de mafias del narcotráfico que
penetran en la cotidianidad de un barrio o
una ciudad y que empiezan a luchar por el
control del territorio con otros grupos
similares. Si a esto le sumamos la posibili-
dad de infiltraciones a niveles políticos y
judiciales, comenzamos a tener un cóctel
parecido al México de fin de siglo pasado.
Estamos en medio de una sociedad com-
pletamente polarizada políticamente y a la
vera de una crisis que amenaza con pro-
fundizarse. Hay grupos en ambos lados
del arco político que pregonan un discur-
so de odio y resentimiento. Esto nos remi-
te a una situación similar a la que sucedía
en Venezuela unos meses atrás. Por otro
lado, sí se pueden estipular continuidades
en términos de estereotipos, como planteé
anteriormente. Estamos hablando de
sociedades exitistas, con pautas de consu-
mo de Primer Mundo pero con altos gra-
dos de pobreza y desigualdad, con discur-
sos excluyentes y racistas de ciertos grupos
a otros, y con pautas de reconocimiento
para la interacción social que generan
resentimiento.
-Usted también plantea que existen
diferencias en torno a la cultura del
delito. ¿Hoy el delito es más violento en
general?
-Ha mudado mucho el valor de la violencia
como medio en el ámbito criminal.
Décadas atrás, por ejemplo, el uso de la vio-
lencia era muy mal visto en el mundo de la
delincuencia profesional. Era considerado
una muestra de novatez, falta de profesio-
nalismo, inoperancia. El buen ladrón era
aquel que hacía su trabajo sin dejar rastros
de ningún tipo. Incluso había respeto hacia
la policía. Los ladrones de antes veían un
policía y huían. Ahora, muchas veces, se
mata a alguien simplemente por ser miem-
bro de las fuerzas de seguridad. Esto es lo
que genera la bola de nieve de la naturaliza-
ción del delito, la falta de incentivos para
delinquir sin violencia, la expansión de la
ilegalidad en todos los aspectos de la vida y
la inefectividad de la Justicia.
-¿Dónde hay que buscar soluciones?
-Las soluciones deben ser variadas y
apuntar en diferentes sentidos. El pro-
blema ya existe, por tanto, hay que com-
batirlo, se precisan pautan punitorias.
Hay que evitar que se siga expandiendo,
hay que apuntar a la prevención. Y para
que la prevención sea efectiva a largo
plazo hay que reformular la lógica edu-
cativa. En el libro me detengo en estos
puntos, fundamentalmente en el tema de
la lógica educativa actual, que genera
malestar en sí misma por fomentar la
competencia y pregonar una certidumbre
que luego el desarrollo social transforma
en incertidumbre. Mucho se ha hablado
de Mano dura o Tolerancia Cero, pero yo
me pregunto: ¿tolerancia cero al crimen y
la violencia o tolerancia cero a un orden
social donde la legalidad dejó de ser el
valor rector de la convivencia?
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