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COLUMNISTA
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a enigmática cinta
Los sueños
, de
Akira Kurosawa, estrenada en
1991, incluye dos cortometrajes,
“La tormenta” y “El túnel”, donde
el gran director japonés reflexiona
sobre la guerra. En el primero, un
pelotón de soldados avanza por las monta-
ñas, ateridos de frío, caminan con sus últi-
mas fuerzas. En un momento, caen agota-
dos y se duermen sobre la nieve; un viento
blanco los envuelve y aparece una bella
joven que arropa al jefe, tapándolo con una
cobija. Cuando el atribulado oficial está por
dormirse, la joven se convierte en un mons-
truo y el jefe lucha por no dormirse. Con
esfuerzo se levanta y despierta a sus hom-
bres; entonces, la tormenta cede y descu-
bren que el campamento está a unos pocos
pasos. En “El túnel”, un oficial japonés
regresa de la guerra por un camino som-
brío. Al anochecer, cruza un túnel donde
un perro se acerca y le gruñe. Al salir, un
soldado le pide permiso para regresar al
mundo de la vida, a lo que el teniente res-
ponde que no es posible, que está muerto.
Luego, sale del túnel toda una compañía
marchando disciplinadamente. Sin romper
la formación, otro soldado reitera el pedido.
El oficial les dice que todos están muertos,
que ya no pertenecen a este mundo; recuer-
da las condiciones en las cuales murieron, a
causa de una orden impartida por él mismo
de atacar una posición enemiga. Uno de los
soldados abandona la formación y se le
acerca. Con voz trémula, le pide al oficial
que observe el horizonte; hay en la profun-
didad de la imagen una luz que se destaca
por su brillo. –¿La ve, señor? Esa luz perte-
nece a mi casa. Allí está mi madre que me
espera. ¿No puedo volver? –ruega entre
sollozos el desdichado. Abrumado por las
lágrimas, el oficial repite con ternura que
no, que todos están muertos, que murieron
como consecuencia de una orden suya y
que debían volver al reino de los muertos.
El soldado vuelve a ocupar su puesto, la
compañía da media vuelta y, marcialmente
como llegó, se va.
Estas escenas conmovedoras pueden tener
varias interpretaciones. Según mi opinión,
posiblemente objetada por la tribu de cine
de mi hijo pacifista, remarcan la tremenda
responsabilidad de los oficiales. Ellos son,
en algún momento, dueños de la vida y la
muerte de sus subordinados en la guerra.
Esta responsabilidad no puede transferirse y
no puede ser usurpada por nadie, por lo
cual tienen la obligación de prepararse para
ese trance de horror.
La Segunda Guerra Mundial que dispara
las metáforas de Kurosawa ha quedado, sin
embargo, en un pasado remoto. Hoy nos
preguntamos cómo serán los militares en el
futuro, en una sociedad que autores impor-
tantes llaman posheroica. En efecto, el his-
toriador británico John Keegan fue uno de
los primeros en discutir las nuevas condi-
ciones donde se emplearían los soldados. Es
clásico su libro sobre la experiencia del sol-
dado en combate,
El rostro de la batalla
,
donde expone las pavorosas vivencias de
quienes participaron en Agincourt, en
En una época en la que se imponen los bombardeos remotos por
sobre las tropas en el terreno y en la que las palabras guerra y
héroe se utilizan poco y el término combate es reemplazado por
“operaciones”, se plantean interrogantes para el porvenir del
soldado.
Fotos: F.C. y Archivo.
Los militares del futuro
Una profesión heroica
en el siglo XXI
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El Autor
Horacio
Sánchez Mariño
Coronel VGM (R). Oficial de Estado Mayor.