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TECNOLOGÍAS PARA
LA SEGURIDAD VIAL
Posibilidades que ofrecen este tipo de herramientas,
en especial el
Floating Car Data
, para mejorar la gestión del tráfico
y evitar largas demoras y congestiones en las principales vías.
H
aciendo un pequeño resumen del estado actual podemos decir
que la disponibilidad de datos de posición-velocidad nos permi-
te complementar de manera perfecta los datos de tráfico obte-
nidos de las estaciones de toma de datos fijas instaladas en carretera y
conocer lo que ocurre en las rutas de manera muy detallada, como ser
accidentes, desvíos, tiempo de espera, etc.
La tecnología para obtener esos datos está desarrollada, madura y fun-
cionando. Se basa en la posición obtenida mediante geolocalización
GPS y la medición de la velocidad del vehículo. Esta información se
obtiene de los dispositivos de navegación sean éstos integrados en el
propio vehículo, de compra posterior en dispositivo independiente o
aplicaciones sobre teléfono inteligente o smartphone.
EL FUTURO
Ya estamos utilizando los datos velocidad y posición como
Floating
Car Data
(FCD); pero veamos las posibilidades de trabajar en esa mis-
ma dirección incluyendo todos aquellos datos que podemos obtener
de cada vehículo y ponerlo a disposición de los demás. Los vehículos
actuales necesitan conocer los valores de diversos parámetros para fun-
cionar con las prestaciones que estamos acostumbrados. Disponen, por
ejemplo, de sistema antibloqueo de frenos y de asistencia a la frenada.
Para ello necesitan acelerómetros y sensores que midan las velocidades
de las ruedas y si detectan el bloqueo de alguna de ellas el sistema
actúan en consecuencia. El automóvil, por tanto, puede conocer que en
un lugar determinado circuló por un punto de adherencia reducida, pro-
vocada por el hielo o por cualquier otra causa. Lo mismo se aplica a los
sistemas electrónicos de estabilidad y de tracción. El coche se convierte
en un sensor móvil circulando por la carretera.
Un ejemplo claro de riesgo en carretera son los bancos de niebla. En
ocasiones provocan colisiones múltiples en cadena involucrando a de-
cenas de vehículos. Cuando los conductores se encuentran con esas
circunstancias activan las luces antiniebla.
Es fácil ver el interés de disponer de esa información en un centro de
gestión de tráfico para, a su vez, difundirla a los demás conductores. Si
mediante un pequeño dispositivo se accede a la información del vehí-
culo y es transmitida al centro de control de manera similar a cómo se
transmite en la actualidad desde los navegadores y aplicaciones conec-
tados en tiempo real, se puede advertir con suficiente antelación a los
demás conductores que se están acercando a un banco de niebla o a
una zona con hielo. Dicha información, que se encuentra en los sistemas
de control del vehículo y son accesibles en algunos casos a través del
conector universal OBD (
On Board Diagnostic
) serán de mucha utili-
dad desde el punto de vista de la seguridad vial.
La tecnología necesaria tanto para la recolección de información del
vehículo como para el envío de la misma a un centro de gestión ya
existen y son de muy bajo costo. Tan sólo es necesaria la implicación
de los fabricantes automotrices y de la administración para regularlo y
poder obtener un beneficio desde el punto de vista de la seguridad vial.
LA NAVEGACIÓN INTELIGENTE
En la actualidad los navegadores inteligentes son capaces de recalcular
una ruta si reciben información de una incidencia que ocurra en la ca-
rretera y que afecte el recorrido del conductor. Ofrecen un itinerario
alternativo que permite evitar el incidente y alcanzar el destino final
sin mayores contratiempos. En la actualidad esto es indudablemente
un servicio de gran calidad que, paradójicamente, puede morir de éxi-
to. ¿Por qué? La venta de distintos dispositivos de navegación -como el
equipo original, accesorios,
Personal Navigation Device
(PND) o como
aplicaciones en teléfonos móviles- está creciendo de manera impor-
tante y, en estos momentos, permite a los todavía pocos privilegiados
usuarios de estas aplicaciones tomar itinerarios alternativos y evitar los
incidentes que se hayan podido producir en carretera. Cuando esto se
generalice, -y las previsiones eso indican-, numerosos usuarios, hacien-
do caso a su navegador, tomarán la misma decisión y lo que ahora es
una alternativa viable, en un futuro muy próximo dejará de serlo por la
afluencia a una misma vía alternativa de una gran cantidad de vehículos
cuyos navegadores les han propuesto la misma alternativa. A causa de
ello colapsarán una vía que, en la mayoría de los casos, no está prepa-
rada para soportar grandes intensidades de tráfico. Es como el caso del
conductor que, ante un incidente, como conoce bien la zona, decide ir
por un sitio que cree que “sólo él conoce”. Cuando está en ese camino
comprueba su equivocación y se encuentran todos atrapados. Esa “es-
capatoria”, hasta ese momento utilizada con éxito, deja de ser tal.
Lo que hasta ahora era una magnífica prestación del navegador pronto
se puede convertir en una utilidad que puede colapsar la red vial si no
se analizan las consecuencias de ese fenómeno. Esto es una situación
que debe preocupar al proveedor de servicios de navegación, pues no
cumple con el cometido que promete y deja a sus usuarios totalmente
insatisfechos. Pero no sólo eso, también preocupa a la administración
responsable de la gestión del tráfico quien, ante un incidente, puede
observar cómo una parte del tráfico se escapa de su control y se extien-
de el problema del tránsito a zonas que no están preparadas para eso,
complicando la resolución del mismo.
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TECNOLOGIA
*
Por
Iñaki Eguiara Garay
VIAL 92
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