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ponen en jaque a gobiernos legalmente
constituidos y a sus FF. AA en naciones
de todo el planeta.
- El desarrollo tecnológico parece ser el
signo de la época. Su crecimiento, cons-
tante y geométrico, impide imaginar siquie-
ra la próxima década y las implicancias que
tendrá en ella. Los sistemas de seguridad,
las redes de comunicaciones, la robótica, la
cibernética, los drones, la biotecnología, el
control del ciberespacio y la nanotecnolo-
gía son apenas algunos de los aspectos
revolucionarios que impiden delimitar su
influencia a mediano plazo. Impiden inclu-
so calcular la infinita distancia que podría
existir en el futuro entre los países con la
capacidad de desarrollo de ese conoci-
miento y aquellos que no dispongan de
ella.
- La pobreza y las dificultades sociales, pro-
ducto del hambre, la insalubridad, la ausen-
cia de agua potable y de los cuidados más
elementales hacia los que más necesitan,
quizás no se hayan agudizado, pero la
explosión de los medios de comunicación
los expone de una manera agraviante, colo-
cando a sectores marginales al pie de gue-
rra casi con razón, sin haber podido encon-
trar aún soluciones permanentes a esta
problemática. Los alimentos y el agua
siguen siendo elementos críticos, con el
agravante insultante de que grandes secto-
res del mundo los desechan, mientras que
en otros continentes faltan hasta para la
mínima supervivencia.
Este breve y seguramente incompleto
panorama intenta ser realista, sin caer en
un pesimismo fatal. Le reconoce a nuestra
región infinitas posibilidades de futuro,
ellas ya existen desde hace muchos años y
las más de las veces fueron desaprovecha-
das por ineficiencia, incapacidad y falta de
acuerdos completos y duraderos.
Latinoamérica tiene economías comple-
mentarias con las grandes potencias en
vías de crecimiento, es un tentador merca-
do de inversión de capitales, posee grandes
capacidades de producción de alimentos,
una gran diversidad, espacio territorial dis-
ponible y grandes reservas de agua.
Además tiene un extraordinario litoral marí-
timo, extenso y lleno de riquezas para
todos. Lo cierto es que en muchos casos la
falta de educación, la pobreza, el hambre y
el narcotráfico, además de inéditas tasas de
homicidios, solo pueden indicar que los
dirigentes de la región no han estado a la
altura del ahora. Todos esperamos que
Latinoamérica deje de ser “el patio trasero”
del patrón de turno y dé el salto de calidad
que sus hijos merecen. Una mención espe-
cial para el Mercosur, que lleva años estan-
cado en pequeñas disputas y miserias sec-
toriales que impiden formar a pleno ese
tentador mercado de millones de personas.
La Argentina, el país que fue y es una pro-
mesa eterna, frustrada y motivo del análisis
de filósofos, políticos, economistas e inte-
lectuales de toda laya, se prepara una vez
más para enfrentar su destino, que es
siempre una nueva ilusión para todos. Una
definición simple de argentino de cultura
media dirá de nuestro país lo siguiente: que
vivimos 40 millones de argentinos en una
región de una gran biodiversidad, que es la
octava en extensión entre los países del
mundo. Que tenemos un mar rico de cien-
tos de miles de kilómetros y responsabili-
dades en un sector de la Antártida. Que dis-
ponemos de todos los climas en un territo-
rio variado y lleno de bellezas naturales.
Que nuestro poder agrícola y ganadero nos
permitiría alimentar a 400 millones de per-
sonas y que los ciudadanos de todos los
países limítrofes se acercan a nuestra
Patria en busca de oportunidades.
Esta descripción, idílica pero bastante cer-
cana al pensamiento de nuestra gente, con-
fronta con una realidad que muchas veces
lastima nuestro ego, y es un espejo que
nos devuelve una imagen en la que preferi-
mos nomirarnos. Ante este proceso que se
inicia, pareciera inteligente suspender las
culpas de propios y ajenos, la mirada sobre
el pasado, la mirada sobre los que se fue-
ron ayer y también los que lo hicieron
antes. Intentar, por una vez, no ser funda-
cionales de nada, aprender que la palabra
“administrar” tiene un extraordinario valor
desdeñado desde siempre. Ser argentinos
proactivos todos, dándole continuidad a lo
que otros hicieron con la mirada puesta en
el futuro. Todo lo anterior lo hemos hecho
mil veces y no es tonto el dicho que reza
que “solo el hombre tropieza varias veces
con la misma piedra”. Así lo hicimos y
nunca faltaron entre nosotros los imprope-
rios ante nuestro fracaso, ni el “vendepa-
tria”, ni el “traidor”, ni la “conspiración
internacional”, ni la lista interminable de
enemigos, muchas veces imaginarios.
Nosotros, cada uno de nosotros, jamás
integramos esa lisa. La culpa siempre está
afuera, está en el otro, está en el que busca
aprovecharse de nuestra sociedad.
Tenemos miles de problemas, los más cla-
EDITORIAL
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